La piel sensible es en realidad una condición y no un tipo de piel. La piel sensible se caracteriza por una textura delicada con una capa externa fina y vasos sanguíneos superficiales. Generalmente es seca, sensible y propensa a reacciones alérgicas. La piel sensible presenta reacciones exageradas a estímulos externos tales como cambios ambientales y tratamientos estéticos, que incluyen enrojecimiento, pústulas, granos y a veces hasta erosiones.
El cambio en la estructura básica de la piel sensible es un defecto celular que se manifiesta por la pérdida de la función barrera de la piel, sequedad, enrojecimiento, irritación, inflamación y capilares dilatados.