La piel seca es una de las condiciones más comunes en la dermatología cosmetológica. La piel se encuentra en un proceso de permanente deshidratación, derivado del déficit extremo de sebo e hidratación de la Epidermis. La piel deshidratada tiene tendencia a desarrollar inflamaciones, pigmentación, descamación y sensación de malestar permanente, lo que no es ninguna sorpresa ya que es la última barrera entre el entorno interno y el entorno externo del cuerpo.
Nuestro ambiente natural es muy hostil (contaminación atmosférica, polvo, radiación ultravioleta, cambios climáticos, etc.). La piel reacciona y se adapta a dichos cambios, pero todos estos factores conducen a la pérdida de la función de la barrera epidérmica y consecuente deshidratación.
Afortunadamente, el cuerpo tiene mecanismos de compensación y equilibrio, pero éstos no siempre son capaces. La clave para el tratamiento de la piel seca es mantener constantemente su humedad, nutrirla con lípidos regeneradores y protegerla de las influencias ambientales dañinas.